O mejor dicho: “¿Qué me pasa contigo, Madrid? A veces me apasionas, otras no te soporto.
Me encantas cuando me paseo por tus barrios de Lavapiés, Chueca o La Latina, hago una parada para tomar unas cañas y unas tapas, y observo el bullicio que desprendes.
No me gustas cuando te veo cubierta por una nube de contaminación, escucho el klaxon de los coches o me veo metida en uno de tus interminables atascos.
Me gustas cuando me paseo por el Retiro o por la plaza de Lavapiés y escucho el maravilloso sonido de los tambores o del djembé.
Me cuesta aceptarte cuando me doy cuenta de que hay algunos amigos a los que veo menos ahora que cuando estaba lejos de ti; cuando me doy cuenta de que voy corriendo a todos los lados y que casi no veo a la gente a la que quiero.
Me encanta ir a uno de tus múltiples cafés concierto y escuchar las dulces palabras de algún cantautor, cuenta cuentos o cualquier otra persona que haga que me emocione.
No te soporto cuando sacas a relucir tu chulería y tu prepotencia.
Me encantas cuando me adentro en tus calles de Huertas y Lavapiés para fumar una sisha y beber un té o comer un falafel o unos pastelitos árabes en un restaurante árabe mientras escucho música de esos países y charlo animadamente con mis amigos. En esa circunstancia, durante unos minutos tengo la sensación de estar en Túnez o Marruecos y rememoro los maravillosos momentos que pasé allí: la amabilidad de la gente, el embrujo de los zocos, el olor a especias de los mercados...
Me produce mucha rabia ver que ya no tienes memoria y te olvidas de que tú emigraste hace tiempo y que en muchos casos hiciste fortuna e incluso te quedaste en esos países, y sin embargo ahora tú no eres capaz de aceptar a “los emigrantes”.
No me gustas cuando me doy cuenta de que, en vez de conocer a las personas, dejas que tus prejuicios salgan a la luz y decides no hablar con los catalanes, “moros” o “panchitos”, sin darles ni una oportunidad. ¿te gustaría que hiciesen lo mismo contigo? Pues entonces no trates a los demás como no te gustaría que te tratasen.
¿Por qué a Chayanne y a Lola Flores les llamas por su nombre y en cambio en otras ocasiones tratas a ciudadanos de la misma procedencia que ellos como panchitos o p….gitanos? Siento decirte esto, pero una parte de ti es muy clasista.
Me entristece tener la sensación de que por desgracia, somos una minoría los que estamos encantados de ver como tus calles se llenan de multitud de razas, colores, lenguas, etc.
En cambio consigues que me enamore de ti cuando veo como acoges a la gente en tu seno y le das una oportunidad, cuando intentas conocer la cultura de las numerosas personas a las que no les ha quedado otro remedio que huir de su país y pedirte una oportunidad para tener una vida digna aquí.
Querida Madrid, seguiré haciendo todo lo posible para dar a conocer lo maravillosa que eres cuando te lo propones…
“Si tu Dios es judío, tu coche es japonés, tu pizza es italiana, tu gas es argelino, tu café es brasileño, tus vacaciones son marroquíes, tus cifras son árabes, tus letras son latinas…. ¿Cómo te atreves a decir que tu vecino es extranjero?”
(He intentado encontrar el autor de esta preciosa cita pero no lo consigo)
Me encantas cuando me paseo por tus barrios de Lavapiés, Chueca o La Latina, hago una parada para tomar unas cañas y unas tapas, y observo el bullicio que desprendes.
No me gustas cuando te veo cubierta por una nube de contaminación, escucho el klaxon de los coches o me veo metida en uno de tus interminables atascos.
Me gustas cuando me paseo por el Retiro o por la plaza de Lavapiés y escucho el maravilloso sonido de los tambores o del djembé.
Me cuesta aceptarte cuando me doy cuenta de que hay algunos amigos a los que veo menos ahora que cuando estaba lejos de ti; cuando me doy cuenta de que voy corriendo a todos los lados y que casi no veo a la gente a la que quiero.
Me encanta ir a uno de tus múltiples cafés concierto y escuchar las dulces palabras de algún cantautor, cuenta cuentos o cualquier otra persona que haga que me emocione.
No te soporto cuando sacas a relucir tu chulería y tu prepotencia.
Me encantas cuando me adentro en tus calles de Huertas y Lavapiés para fumar una sisha y beber un té o comer un falafel o unos pastelitos árabes en un restaurante árabe mientras escucho música de esos países y charlo animadamente con mis amigos. En esa circunstancia, durante unos minutos tengo la sensación de estar en Túnez o Marruecos y rememoro los maravillosos momentos que pasé allí: la amabilidad de la gente, el embrujo de los zocos, el olor a especias de los mercados...
Me produce mucha rabia ver que ya no tienes memoria y te olvidas de que tú emigraste hace tiempo y que en muchos casos hiciste fortuna e incluso te quedaste en esos países, y sin embargo ahora tú no eres capaz de aceptar a “los emigrantes”.
No me gustas cuando me doy cuenta de que, en vez de conocer a las personas, dejas que tus prejuicios salgan a la luz y decides no hablar con los catalanes, “moros” o “panchitos”, sin darles ni una oportunidad. ¿te gustaría que hiciesen lo mismo contigo? Pues entonces no trates a los demás como no te gustaría que te tratasen.
¿Por qué a Chayanne y a Lola Flores les llamas por su nombre y en cambio en otras ocasiones tratas a ciudadanos de la misma procedencia que ellos como panchitos o p….gitanos? Siento decirte esto, pero una parte de ti es muy clasista.
Me entristece tener la sensación de que por desgracia, somos una minoría los que estamos encantados de ver como tus calles se llenan de multitud de razas, colores, lenguas, etc.
En cambio consigues que me enamore de ti cuando veo como acoges a la gente en tu seno y le das una oportunidad, cuando intentas conocer la cultura de las numerosas personas a las que no les ha quedado otro remedio que huir de su país y pedirte una oportunidad para tener una vida digna aquí.
Querida Madrid, seguiré haciendo todo lo posible para dar a conocer lo maravillosa que eres cuando te lo propones…
“Si tu Dios es judío, tu coche es japonés, tu pizza es italiana, tu gas es argelino, tu café es brasileño, tus vacaciones son marroquíes, tus cifras son árabes, tus letras son latinas…. ¿Cómo te atreves a decir que tu vecino es extranjero?”
(He intentado encontrar el autor de esta preciosa cita pero no lo consigo)
Nota: ¿qué te pasa, Madrid? Es el título de una preciosa canción de Javier Pumares, un cantautor que acabo de conocer. Para los que estéis interesados en escucharla, pinchad en http://www.radioritmo.org/pumares/web/